viernes, 31 de octubre de 2008

Un día en el Curavacas (mayo de 2008)

Esta fue la última ruta que hice con el quad antes de enterarme que estaba embarazada. Fue una salida de un día al Curavacas, una estupenda experiencia compartida con Bowie, Raguquito y Jose (bueno, y con una celulita que estaba ya formándose en mi tripa).

Iniciando la ruta:



Los caminos aún encharcados por el deshielo y las lluvias:



Una cueva en Villaverde de la Peña:



El Brezo:



El pueblo abandonado de Valsurbio:



Los pantanos del norte de Palencia:



De camino al Curavacas en los valles anegados por el agua:



Subiendo al lago que se forma por el deshielo:



El lago:

lunes, 31 de diciembre de 2007

Marruecos


LOS PREPARATIVOS

Cinco días antes de coger el avión que nos llevaría a Marrakech empaquetamos el poco equipaje que podíamos llevar y lo cargamos en los quads. No podíamos facturar para no perder tiempo en el aeropuerto a nuestra llegada, ya que nos esperaba un largo viaje nada más aterrizar en Marruecos.

Sólo la ropa del quad, el equipo formado por protecciones, cascos, botas, dos pares de pantalones, las chaquetas y varios polares ocupaban dos maletas de las tres que habíamos colocado en las parrillas de los ATV. En la tercera maleta llevábamos herramienta y repuesto, aceite de motor, un par de filtros de aire, indispensables en el desierto, una correa del variador, las socorridas bridas y la cinta americana, que te sacan de muchos apuros. Hicimos también sitio para algo de ropa cómoda, algún vaquero y camisetas, unas sudaderas y botas de trekking, así como a unos cuantos kilos de caramelos para repartir a los niños y un par de sacos de dormir colocados en la parrilla delantera de mi quad.

A los lados del asiento llevábamos dos ruedas de repuesto con llanta incluida, delantera y trasera, que irían en el pick-up de apoyo, donde viajarían también el combustible y el mecánico, un buen amigo de nuestro pueblo. Enganchadas a las maletas traseras y pegadas a nuestras espaldas iban a ir las garrafas de 10 litros que llevaríamos siempre llenas para cualquier emergencia.

Un martes a primera hora de la mañana comenzamos a cargar y a eso de la una de la tarde ya teníamos los quads totalmente preparados y cargados en el remolque para salir camino de Madrid. A las cinco de la tarde llegamos a Pinto, donde cargamos los vehículos en el camión que los iba a trasladar a Marruecos, entrando por Nador y esperando nuestra llegada a Ouarzazate. Los 46 quads (deportivos y ATV) que formaban la expedición viajaban en dos camiones y un remolque, así como las cajas que se habían recopilado, cargadas sobre todo con juguetes, ropa y calzado.

Regresamos a casa ese mismo día y empezamos a preparar las pocas cosas que cabían en la mochila que montaríamos con nosotros el sábado en el avión: la documentación, otro poco de ropa, una cámara y poco más.


SÁBADO, 27 DE OCTUBRE

Llegó el sábado, salimos pronto a recoger al mecánico y fuimos hacia Madrid; nuestro vuelo salía a las cinco de la tarde pero llegamos bastante antes para comer con la gente del grupo, que habían llegado de casi toda España: Asturias, País Vasco, Palencia, León, Madrid, Andalucía, Murcia, Comunidad Valenciana, Cataluña, Teruel, etc. Los integrantes de la expedición más cercanos a Cataluña habían salido por la mañana en un vuelo directo de Barcelona a Marrakech y llegarían a Ouarzazate con varias horas de adelanto respecto a los que salimos desde Madrid.

En el aeropuerto pasamos los típicos y largos controles que se han establecido desde hace ya un tiempo. Nuestro vuelo salió con algo de retraso y finalmente llegamos a Marrakech una hora más tarde de lo previsto. En el aeropuerto de Marrakech las colas para el control de pasaporte son tan largas como lentas, pero al final llega tu turno y puedes por fin salir del aeropuerto y respirar ese aire caliente y dulzón que envuelve la ciudad.

A la salida nos esperaba Nasser, nuestro acompañante y guía durante la estancia en Marruecos, dueño además del Hotel Nasser Palace, donde nos alojamos en Merzouga. La conexión con él fue rápida, ya que además es buen amigo que nuestro mecánico, así que llevábamos un poco de enchufe.

De Marrakech poco pudimos ver, ya que rodeamos la ciudad ya de noche para salir hacia la carretera que lleva a Ouarzazate atravesando el Gran Atlas. Recorrimos amplias avenidas llenas de palmeras y con preciosas casas en tonos marrones. Las calles a esas horas estaban poco concurridas, alguna pareja y grupos de chicos y chicas jóvenes y muy pocos vehículos acompañaron nuestra salida.

El Gran Atlas llegó pronto y por suerte lo atravesamos de noche, no pudimos ver los enormes precipicios que hay a la vuelta de cada curva sin quitamiedos que, aunque deben ser preciosos, su vista no es nada aconsejable cuando vas en un autobús y te cruzas con un camión cargado hasta la bandera en una curva imposible de una carretera que más bien parece un camino de cabras. Evidentemente, y como ya esperaba, me mareé. El viaje fue eterno, a pesar de no llegar a los 200 km; fueron casi cinco horas debido a las malas carreteras, el puerto por el que se atraviesa el Gran Atlas, en el que se alcanzan los 2200 metros de altitud, el tráfico...

Finalmente llegamos a Ouarzazate pasada la medianoche, muy cansados pero emocionados, ya que los camiones con los vehículos habían llegado poco antes que nosotros y nos encontramos con los quads esperando a la puerta del hotel Kenzi Azghor. Cenamos bien, gracias a la amabilidad de los empleados del hotel, que nos esperaron a pesar de las horas que eran, y nos fuimos a la cama lo más rápido posible ya que el brieffing del día siguiente comenzaba a las seis.


DOMINGO, 28 DE OCTUBRE

Después del madrugón nos reunimos los 82 participantes de la aventura al completo (la gente procedente de Barcelona había llegado por la tarde a Ouarzazate) en la sala de reuniones del hotel. Se establecieron los grupos para emprender la marcha, cada uno con su TT de apoyo, y cerrando el pick up del combustible, el médico y el mecánico.

Después de resolver algunas dudas y tras realizar las presentaciones que faltaban fuimos todos a preparar los vehículos para la salida. Eso implicaba revisión de equipajes y de vehículos, presiones de neumáticos, niveles de aceite, estado de los filtros, llenado de depósitos y garrafas... La mayoría de los quads habían pasado varios días en posición vertical en un camión y antes de emprender una ruta de más de 200 km. se hacía necesario comprobar bien su estado.

Tras preparar los vehículos y hacer un buen desayuno fuimos formando los grupos y salimos hacia las gasolineras para repostar... y ¡qué sorpresa nos llevamos! La gasolina estaba al mismo precio o incluso más cara que en España... Además encontrar Sin Plomo parecía misión imposible, así que tuvimos que apañarnos con la anticuada Super. Tras una consulta con el mecánico nos quedamos más tranquilos sobre el rendimiento del motor con este cambio de combustible.

Y llegó el momento, la caravana, una larga serpiente de vehículos formada por 46 quads, 3 TT y 82 personas, salió de la ciudad de las superproducciones de cine camino del Atlas. La ruta original transcurría por las montañas ya nevadas del Atlas, por caminos angostos abiertos a amplios valles, a cauces de ríos secos que hacía sólo una semana habían rebosado aguas por las lluvias recientes, por laderas salpicadas de pequeños poblados llenos de chiquillos que trepaban hasta nosotros igual que los rebaños de cabras que pastoreaban.

Y así fue durante la primera parte del día. De Ouarzazate salimos dirección a Scora haciendo unos 30 kilómetros por carretera, acercándonos cada vez más a las faldas del Atlas. El Valle de las Rosas nos dio la bienvenida aunque sin su manto de flores por haber pasado ya la época de la recolección de pétalos que se usan para la fabricación de perfumes. Seguíamos ascendiendo hacia las cumbres nevadas por caminos sinuosos que rodeaban las cumbres, encontrando cada pocos kilómetros pequeños asentamientos formados por unas pocas casas realizadas en piedra, sin luz, si agua corriente. A pesar de ello, sus habitantes nos saludaban emocionados y felices, sobre todo cuando hacíamos una parada para entregarles un puñado de caramelos.

Nos cruzábamos con vehículos diversos, carros, coches viejos y cargados de gente, incluso camiones que ascendían o descendían, desafiando a los abismos, llenos de bultos y personas.

Se acercaba la hora de la comida y nos encontrábamos ya en plena cordillera, a unos 2000 metros de altitud. Se notaba sobre todo en la temperatura, hacía frío, ya no nos molestaba el aire caliente de las zonas más bajas. Pero también lo notaban los motores, una ligera merma en la potencia que no era inconveniente ya que circulábamos bastante despacio, sin pasar de los 50 km/h.

Queríamos llegar un poco más arriba para disfrutar de las impresionantes vistas de los valles glaciares de la zona pero en Marruecos todo es imprevisible... al tomar una curva en el único camino que se atreve a cortar las cumbres del Atlas en esa zona nos topamos con un desprendimiento que cortaba por completo el camino. Los ATV y los deportivos podríamos haber pasado con tiempo y paciencia, pero para los TT era imposible el paso, con lo que tuvimos que desandar unos 30-40 km y descender hasta los valles glaciares para cambiar de ruta.

Llegamos al cauce seco de un río que la semana anterior había arrasado varias tierras de los alrededores... parecía increíble que el agua pudiera correr con tanta fuerza por una zona que nosotros encontrábamos tan seca, pero los troncos, restos de árboles y maleza amontonados nos demostraban que era cierto. Seguimos el cauce del río hasta salir a un valle verde y muy extenso que bordeaba el Atlas por el Este. A pesar de este cambio en la ruta los paisajes seguían siendo impresionantes y continuábamos encontrando pequeños poblados, rebaños de cabras, chiquillos que surgían de la nada y nos intentaban vender unos corderillos...

En este valle nos encontramos con auténticos barrizales, restos visibles de las lluvias pasadas, en los que muchos pasaron buenos ratos con sus vehículos.

Ya atardecía y estábamos aún lejos de nuestro destino. Tuvimos que dar otro rodeo para cruzar un río ya que las lluvias se habían llevado el único puente en varios kilómetros. En otra ocasión el grupo se rompió y viajamos durante varios kilómetros, ya de noche, separados, intentando reagruparnos. Finalmente, pasado Tamtatucht y ya cercanos a las Gargantas del Dades, nos reagrupamos. El frío ya era intenso y estábamos cansados pero debíamos continuar...

El último tramo de la ruta lo hicimos por carretera, unos kilómetros eternos, hasta llegar a las impresionantes Gargantas del Toudra a nuestro alojamiento, un albergue incrustado en las paredes de piedra que aprisionan al río Toudra. Era ya noche cerrada pero intuíamos que a la mañana siguiente la naturaleza nos iba a dejar con la boca abierta.

Habíamos llegado, eran más de las diez de la noche y llevábamos 12 horas de conducción y más de 280 kilómetros recorridos. La ruta que inicialmente iba a ser de poco más de 200 kilómetros se había complicado, pero habíamos llegado, todos y enteros, así que estábamos contentos.

En el albergue disfrutamos de una cena típica marroquí, con sopa harira, carne guisada y un delicioso té. Las habitaciones eran muy simples y nos alumbrábamos con velas, ya que la luz procedía de generados que se apagaban cuando nos íbamos a la cama. Esa noche la verdad es que descansé poco, el viento ruge con fuerza entre las paredes verticales de las gargantas y el aislamiento de las ventanas dejaba mucho que desear, llegando incluso a abrirse en plena noche. También tuvieron culpa las cucarachas, una de ellas decidió instalarse en mi frente en mitad de la noche y el susto que me llevé fue tremendo, sobre todo por no poder encender la luz y acabar con la intrusa... Pero la noche pasó y todo quedó en una anécdota, al fin y al cabo... la aventura es la aventura.



LUNES, 29 DE OCTUBRE

La mañana nos trajo el espectáculo, las inmensas paredes de roca parecían caer sobre nosotros y aprisionarnos, el cielo era sólo una delgada línea azul sobre nuestras cabezas, estábamos en el centro de la montaña y nuestro albergue parecía haberse excavado en la roca. El río había bajado con fuerza últimamente y no había más puente que unos tablones para pasar a pie. Los vehículos tuvieron que cruzar las aguas y más de uno necesitó ayuda para no quedar varado en mitad del río.

Desayunamos bien y nos preparamos de nuevo para la siguiente jornada de ruta en quad, de Tineghir a Merzouga. Estábamos contentos porque quedaba ya sólo esta jornada para llegar al desierto que, a fin de cuentas, era nuestra meta; las dunas son uno de los paraísos del quadtrero y teníamos ganas de disfrutar de ellas.

Descendimos por el Valle del río Anif, Wad Anif, contemplando paisajes muy diferentes a los del día anterior, vegas fértiles, llenas de tierras de cultivo, pueblos más grandes, mayor trasiego de gentes y vehículos. En uno de los pueblos que cruzamos presenciamos un funeral. La caravana se detuvo unos momentos y guardamos silencio mientras el cortejo fúnebre, formado en exclusiva por varones, llegaba al cementerio, marcado por grandes lascas de piedra rojiza, a las afueras del pueblo.

Nos fuimos como llegamos, intentando molestar lo menos posible, pero un poco marcados por la imagen tan sobria de la muerte.

Avanzada la mañana uno de los vehículos se averió y el pick-up de apoyo se quedó atrás para repararlo. Mientras, el resto seguimos hasta una gasolinera, donde repostamos y empezamos a comer para no perder mucho tiempo. Por suerte llevábamos a un buen mecánico con nosotros y no habíamos terminado de comer cuando nos alcanzaron con el quad reparado.

Por la tarde nos fuimos acercando poco a poco a las Montañas de Plata, que marcan el comienzo de la zona más desértica y ocultan con su silueta la visión de la dunas. En estas inmensas llanuras por fin podemos descargar adrenalina, abandonamos la ordenada fila de a uno que hemos llevado durante cientos de kilómetros y nos abrimos en un inmenso abanico de vehículos para soltar gas y apretar el gatillo a fondo.

En medio de los pedregales sólo los árboles de la miseria nos interrumpían en ocasiones el paso. Así, disfrutando por fin de la potencia de los vehículos, llegamos a las Montañas de Plata. Aquí comenzó otra de nuestras aventuras en Marruecos; pudo pasar de todo, pero finalmente todo salió bien. A pesar de todo, es uno de los puntos en los que más disconforme estoy con la organización del viaje, ya que se nos hizo creer que la persona que nos guiaba conocía la zona y nos iba a llevar por un camino más corto hasta Merzouga, donde estaba nuestro hotel, mientras que los TT tomaron otra ruta más larga pero más adecuada para los vehículos. El caso es que no fue así y nuestro “guía” tenía poco de guía y no supo sacarnos de las montañas. Gracias a otros compañeros que llevaban GPS pudimos encontrar una pista que nos condujo a Rissani dando un gran rodeo más largo incluso que el de los TT.

En las Montañas de Plata el paisaje es cambiante y la naturaleza traicionera, enormes rocas dificultan el paso por unas zonas, mientras que en otras aparecen dunas que suben y bajan con cortes que hacen casi volcar a los vehículos. Y todo esto en plena noche y a una velocidad algo más elevada de lo recomendable para un grupo de personas que en su mayoría jamás habían pisado terrenos como esos.

Pero los guías tenían prisa y en una ocasión el grupo se disgregó y quedamos divididos en dos y separados por varios kilómetros de distancia. Aquí pasé miedo, lo reconozco, porque nadie quería ir a buscar al grupo rezagado, todo estaba oscuro y sólo unos pocos llevaban GPS. Al final, mi marido junto con otros dos chicos, dieron la vuelta y fueron a buscar al resto. Los que nos quedamos por delante dimos la vuelta a los quads y encendimos las luces para proporcionar un punto de referencia para la vuelta.

Al poco rato vimos volver dos quads y me acerqué corriendo porque mi marido no estaba. Ahí ya estaba bastante nerviosa. Pero en seguida me tranquilizaron y me dijeron que se había quedado con el grupo rezagado, que estaba repostando, y que vendrían en unos minutos. Al final nos reunimos todos de nuevo continuamos el camino ya más despacio.

Seguíamos avanzando y, al subir una ladera, vimos esperanzados las escasas luces de Merzouga, pero al intentar descender nos encontramos con un terreno escalonado imposible de afrontar con un grupo tan numeroso de vehículos, ya que se hacía necesaria la utilización de mochileros para sujetar los quads en el descenso y que nadie acabase despeñado. Era imposible bajar a oscuras y con 46 quads.

Optamos por ir en busca de una pista que habíamos cruzado unos kilómetros más atrás y que descartaron los “guías” por no llevarnos en línea recta hacia Merzouga. Tardamos en encontrarla pero al final dimos con ella y la seguimos hasta un poblado donde un hombre nos vio despistados y se ofreció a llevarnos hasta Merzouga por un atajo. Según los GPS quedaban unos 30 km. hasta Merzouga pero el buen señor, que incluso abandonó su bicicleta por hacernos de guía, nos prometía llevarnos por un atajo. Al final resultó no haber atajo sino mal entendimiento porque ni él sabía inglés ni nosotros llevábamos a nadie que hablase su idioma y hablando por gestos pueden ocurrir estas cosas.

Lo montamos con nosotros en los quads y llegamos a Merzouga por carretera desde Rissani; en el hotel Nasser Palace, Nasser Naciri, su dueño, nos esperaba preocupado porque los TT hacía varias horas que habían llegado. Los organizadores del viaje se desentendieron del hombre que nos había acompañado, pero Nasser se hizo cargo de él, le dio de cenar e hizo que uno de sus coches lo llevara de vuelta a su pueblo.

Finalmente habíamos llegado, otro día agotador con 250 km. recorridos y demasiadas horas encima del quad. Menos mal que habíamos llegado a las dunas, al hotel de Naser, allí pronto estuvimos como en casa. Esa noche no pudimos ver con claridad la gran duna que está justo frente al hotel, pero lo hicimos nada más salir de las habitaciones a la mañana siguiente. Y la visión nos encantó. La acogida y la cena en el hotel Nasser Palace fueron inmejorables, todo el personal se desvivió por nosotros, y las instalaciones, a pesar de encontrarse en una zona con pocas posibilidades y alejada de las comodidades occidentales, son bastante buenas. Por fin pude darme una buena ducha, llevaba dos días deseándolo ya que en el albergue de las gargantas era casi un suicidio usar el cuartucho que hacía de baño.

Los camiones que habían dejado los vehículos en Ouarzazate llevaban allí más de un día, ya que su viaje había sido menos accidentado que el nuestro. Junto a nuestro hotel estaba el famoso hotel de Alí el Cojo, donde se alojaban muchos de los integrantes del Dakar que preparaban etapas y entrenaban; Nani Roma y Marc Coma dormían allí las noches que no pasaban en el desierto.


MARTES, 30 DE OCTUBRE

Las maratonianas jornadas en quad habían terminado. Esa mañana la dedicamos a visitar varios poblados en la zona de Erg Chebbí para repartir la ayuda que había logrado pasar la aduana. Resultó que uno de los remolques de los camiones debió ser descargado en Nador por problemas con los servicios aduaneros. Iba cargado de pares de zapatos, ahora se estarán vendiendo en algún zoco...

El resto de la mercancía fue distribuida por la mañana a primera hora en las bacas de los TT. Tras ellos, en dos grupos, íbamos los quads llevando lo poco que podíamos en nuestras maletas.

Nuestro grupo visitó dos poblados, Duar Chi Chan y la Cantera de Fósiles, donde entregamos ropa, material escolar y golosinas principalmente. En principio se había establecido la entrega de dicha ayuda a las asociaciones de la zona pero en la práctica esas asociaciones no aparecieron más que en un poblado y representadas por un solo hombre. No sé si fue por falta de entendimiento entre la organización y las asociaciones o porque era más bonito hacerse la foto dando cajas directamente a las gentes de los poblados...

El caso es que desde el primer momento tuve claro que aquello era un paripé, que ese tipo de ayuda no es el que aquellas gentes necesitan. No necesitan cuadernos y lápices sino escuelas en donde estudiar. Tampoco necesitan ropa y calzado sino empleos con más estabilidad que la precaria agricultura y la pobre ganadería con que se mantienen en muchos casos. Aquí el viaje empezó a tener para mí un sabor agridulce. Llegó un momento en el que dejé de hacer fotos y comencé a apartarme del grupo, igual que hicieron varias personas más que tuvieron la humildad necesaria para no salir en las fotos que luego se publicarían en las revistas de la temática correspondiente.

Sin embargo disfruté de pequeñas charlas mezcla de gestos y poquitas palabras en inglés con algunas mujeres, de miradas de ternura de unos pocos niños sorprendidos por nuestra visita... Nos dio la impresión de que muchos de aquellos niños, los más mayores, tenían mucha escuela porque se abalanzaban sobre nosotros pidiéndonos “bombom” y “stilo” (caramelos y bolis) y Nasser nos confirmó después que formaban parte de lo que ellos llaman la “cultura del asfalto”, la de los pueblos cercanos a las pocas carreteras de esa zona del país, donde llegan los turistas y ya están acostumbrados a esas visitas de extraños cargados de chucherías.

Llegamos a la comida en el hotel con una mezcla de sentimientos extraña, ¿a quiénes habíamos entregado la ayuda? ¿realmente necesitaban esas chucherías que día sí y día también les llevan los turistas? ¿no habría otras zonas donde sus habitantes necesitasen más de nuestra pequeña aportación? Nasser de nuevo nos leyó el pensamiento y nos propuso visitar al día siguiente, mientras la mayoría se iba a hacer un rally topográfico por el desierto, los poblados nómadas del otro lado de las dunas, junto a la frontera con Argelia, donde no llegan más que los rápidos vehículos del Dakar. Quedaban algunas cajas de ayuda y se decidió repartirla al día siguiente en esa zona. Ya estaba cansada de quad, casi 700 kilómetros en menos de tres días habían sido suficientes, así que aproveché que había algunas plazas libres en los TT y me apunté a la visita de los poblados nómadas del día siguiente.

Esa tarde Ahmed, uno de los compañeros de Nasser, se ofreció voluntario para enseñarnos la zona, la dispersa población de Merzouga, la ciudad que recibe el nombre de “las puertas del desierto”, compartido con Zagora pero merecido más por Merzouga, que realmente está a los pies de las dunas.

Merzouga no es una ciudad como imaginamos, se trata de un conjunto más o menos disperso de casas hechas en barro, en adobe y tapial, con una precaria infraestructura, un abastecimiento de luz que no llega a todos sitios y que falla con frecuencia, unas canalizaciones de agua relativamente recientes pero con una presión muy escasa, calles sin asfaltar, ni un solo edificio que sobresalga en altura salvo los hoteles... casi podría pasar por una barriada marginal de las que rodean Madrid, pero cambiando las chabolas de chapa y cartón por casas de barro.

Primero pasamos por las huertas que siembran los habitantes de Merzouga al pie de las dunas, entre un palmeral. Son pequeñas parcelas muy mimadas con una buena canalización de agua que llega por debajo de las dunas. Tiene variedad de cultivos de cereal y verdura. Protegen estas huertas y la propia ciudad con una especie de vallas realizadas con hojas de palmera y ramas que actúan a modo de dique y bloquean el paso de la arena cuando se levantan las temidas tormentas del desierto, en las que dunas enteras se desplazan de un lado a otro arrasando el lugar en el que deciden aposentarse de nuevo.

Pero la arena no es el único elemento natural que hace de las suyas en el desierto. Las lluvias torrenciales llegan cada cierto tiempo y provocan auténticos desastres. Las últimas de la zona fueron en el verano de 2006 y se llevaron por delante muchas casas, algunas de las cuales siguen derruidas porque sus dueños decidieron trasladarse a zonas menos peligrosas. El hotel Nasser Palace también se vio afectado por esas lluvias y quedó completamente anegado al año escaso de su construcción. Hubo que reconstruir parte de una torre y realizar un gran trabajo de adecuación en un hotel completamente nuevo pero arrasado.

Después de visitar las huertas paseamos por Merzouga y visitamos una pequeña tienda camuflada en una de las casas bereberes. Allí no había ningún cartel que anunciara la estancia llena de preciosas alfombras que nos encontramos dentro. Verdaderas obras de arte hechas a mano por unos precios razonables dado el trabajo de meses que conllevan.

Tras salir de la tienda regresamos al hotel a la luz de una linterna que hizo de alumbrado público. Tras una cena junto a la piscina del hotel Nasser y sus compañeros nos deleitaron con sus ritmos africanos acompañando sus cánticos con yambees, tambores y castañuelas bereberes.


MIÉRCOLES, 31 DE OCTUBRE

Mientras los quads se van al rally topográfico, un pequeño grupo nos montamos en los TT y en unos pocos quads y cruzamos las dunas. Tras las dunas hay una estrecha franja fronteriza con Argelia, país con el que Marruecos mantiene tensas relaciones. Por ello, esta franja está jalonada de puestos militares más o menos camuflados cada pocos kilómetros. En cada puesto paramos y Nasser explica quiénes somos y a dónde vamos. En ocasiones nos dejan marchar sin más saludándonos brevemente. En otras nos hacen cambiar de ruta y seguir por otros caminos para tenernos mejor controlados y que no nos acerquemos mucho a la frontera.

Antes de cruzar las dunas pasamos por el poblado de la Khamlía, donde un grupo de hombres exiliados de países sudafricanos en conflicto han contado con la ayuda de asociaciones humanitarias de la zona para formar un grupo de música popular bereber y africana que ha recorrido ya parte del mundo actuando en festivales de este tipo de música. Allí celebran para nosotros una pequeña fiesta muy animada.

Ya en la franja fronteriza visitamos varios poblados de nómadas, en la mayoría de los casos formados por una gran jaima y una pequeña choza de barro y ramas donde guardan sus pocas pertenencias y hacen el pan. La vida la hacen al aire libre, cuidando de sus rebaños de cabras y tejiendo alfombras y elementos decorativos para vender en casas como la que visitamos el día anterior en Merzouga. Duermen en la jaima y cambian cada poco tiempo su asentamiento siguiendo su pastoreo trashumante por toda la franja de entre cinco y diez kilómetros de ancho y bastantes más de largo entre las dunas y Argelia. Algunas asociaciones los siguen en su recorrido proporcionando escuelas móviles a la población para que los pequeños reciban una educación.

Hasta ahí son pocos los turistas que llegan, Nasser nos lo cuenta pero lo vemos en sus caras, en sus gestos... Nos reciben asombrados, los niños nos miran primero con recelo y luego se van acercando y van tomando confianza cuando les damos un puñado de caramelos. Las mujeres nos ofrecen el pan que acaban de cocer en los rudimentarios hornos y las más ancianas nos preparan te con un agua oscuro que hace que te pienses dos veces pegar un trago. Pero nos lo tomamos porque es su forma de acogernos y mostrarnos su agradecimiento por la visita y las pocas cosas que les llevamos.

Veo cosas que me dejan el alma a los pies. Bebés cubiertos por pijamas heredados y traídos quién sabe de donde, sin pañales, sucios y enfermos en algunos casos. Lástima que nuestro médico ha tenido que quedarse en el hotel por si los participantes del rally sufrían algún percance. Niños que pastorean todo el día y muchachas que cuecen pan durante toda la mañana para repartir entre varias familias.

A pesar de todo también se me ilumina la cara con una sonrisa cuando los niños pierden el miedo y se sientan en mis rodillas para que juegue con ellos, cuando Chema deja a uno de los más mayores que dé una vuelta en su quad, cuando hacemos una foto, se la enseñamos y se ríen entre nerviosos y divertidos por verse en la cámara. En uno de los poblados tienen un puesto de fósiles con varias rosas del desierto que me gustan. Me intereso por ellas y pregunto el precio; cuando Ahmed va a traducir mi petición me sorprende diciéndome que elija las que quiera porque me las regalan. Eso es humildad, una simple visita y te dan todo de lo poco que tienen.

Os cuento todo esto en presente, pero es que lo recuerdo como si fuera ayer mismo, fue quizás lo que más me gustó de todo el viaje. A pesar de que sufres, porque ves que todo eso que en ocasiones vemos en la tele existe en realidad, lo puedes ver y tocar... sin embargo te hacen sentir bien, hacen que te emociones y que des las gracias por haber conocido todo esto, porque el desierto y sus gentes se instalan en tu corazón y a partir de entonces ya sólo piensas en que un día volverás. En mi caso volveré cuando mi hijo sea lo suficientemente mayor para acompañarme y darse cuenta de lo afortunado que es por nacer donde ha nacido y para que aprenda a valorar todo lo que tiene.

Y regreso al viaje... y al pasado. Esa mañana nos encontramos con pocas personas, los habitantes de las jaimas, los militares de los puestos fronterizos y, casualmente, con varios grupos de TT, quads y motos que preparaban las etapas del Dakar que discurren por la zona. Rápidos y distantes, pasaban saludando levemente... estaban trabajando en su competición.

Llegamos tarde a comer al hotel. La mañana había sido larga y habíamos hecho muchos kilómetros para rodear gran parte de las dunas. Tras la comida empezamos los preparativos para la noche de las jaimas, una tradición de todos los turistas que llegan a la zona. Algunos pasan varios días en el desierto alojados en las jaimas, pero nosotros no tenemos tanto tiempo. Nuestro viaje estaba acabando y sólo podíamos disfrutar de una mágica noche en las dunas.

Al atardecer fuimos hasta la mitad de la gran duna en dromedario para ver la puesta de sol. Los muchachos que guiaban a los animales nos dejaron asombrados por su agilidad para subir otro tramo de la gran duna y disfrutar de las vistas desde más arriba. Algunos incluso nos agarraban de las manos y tiraban de nosotros para ayudarnos en el ascenso. El descenso, por suerte, era más sencillo, te sentabas, te cogían de los pies y bajaban como por los tubos de un parque acuático. La puesta de sol desde las dunas es un espectáculo indescriptible, para vivir una vez en la vida al menos.

Cuando regresamos al hotel cogimos los quads y en un breve trayecto ya estábamos en las jaimas, tamaño turista, es decir, la cuarta parte o menos que las que usan los bereberes nómadas. El vivac estaba organizado con las jaimas en torno a un espacio central en el que situaron las mesas para la cena. En uno de los frentes, un grupo de música bereber amenizó la velada, durante la cena y hasta la madrugada, cuando ya por fin cogimos nuestros sacos y nos metimos bajo las pesadas mantas hechas con piel de dromedario que protegen de las frías noches del desierto como la mejor calefacción. Y de nuevo una visión para recordar, el amanecer en el desierto.


JUEVES, 1 DE NOVIEMBRE

Después de tantos kilómetros y emociones, este último día en el desierto lo dedicamos unos al turismo y las compras y otros a las dunas. Un grupo se quedó en las dunas para surcarlas por última vez con los quads; algunos con vehículos más potentes subieron hasta la cima, la mayoría se quedaron a unos metros de conseguirlo pero se explayaron con giros imposibles y con saltos sobre la arena. Es un parque de atracciones quadtrero.

Otro grupo nos fuimos a Rissani, a unos 30 kilómetros de Merzouga. Allí visitamos el Mausoleo de los Alawitas, la dinastía del actual rey de Marruecos. Es un impresionante edificio que contrasta con todo lo que hemos visto hasta ahora en el desierto. Nasser nos llevó con toda la intención, la de mostrarnos las enormes diferencias y los fuertes contrastes que se viven en Marruecos sólo con pasar del norte al sur de país. El mausoleo parece haber sido transportado desde una ciudad más norteña, Rissani ni siquiera parece digna de que se haya construido allí.

Nos adentramos después en el al-kasar que rodea al mausoleo y que antiguamente fue un asentamiento militar que lo protegía. Es una auténtica ciudad dentro de un enorme edificio, con sus calles cubiertas y otras abiertas, con puertas que se abren en cada rincón y donde viven más de 200 familias actualmente. Al salir pasamos por una escuela donde los niños más pequeños aprendían la lección sentados en unos precarios bancos de madera. Nos saludaron en francés, encantados con la visita.

Finalmente nos vamos al zoco, que yo imaginaba parecido al Jan el Jalili de El Cairo o el Gran Bazar de Estambul... Mi sorpresa fue grande ya que la suciedad y los olores del zoco de Rissani no lo hacen apto para cualquier estómago. La visita al mercado de los burros estuvo a punto de hacer que varias personas tuviéramos que salir de allí, y os puedo asegurar que no me suelen afectar mucho esas cosas, he estado en cuadras y lugares bastante malolientes pero allí, la mezcla del olor, la suciedad y el calor eran una mezcla demasiado insoportable.

Por suerte nos fuimos a otra zona del mercado, donde vendían especias, vasijas y ropa, y el olor era mucho más soportable. Aquí hicimos gran parte de las compras previstas, que tampoco eran muchas ya que teníamos que empaquetarlo todo de nuevo en los quads. Ahora ya no había obligación de no facturar en el aeropuerto, pero nosotros decidimos no hacerlo para llegar cuanto antes a casa a ver a nuestro pequeño terremoto.

A la hora de la comida estábamos de nuevo en el hotel y empezamos los preparativos para el regreso, preparar todo el equipaje y colocarlo en los quads para después cargar éstos en los camiones. Terminamos ya de noche y nos fuimos pronto a dormir ya que al día siguiente nos esperaba un buen madrugón y muchas horas de autobús.


VIERNES, 2 DE NOVIEMBRE

Nos levantamos a las cuatro de la madrugada para salir antes del amanecer. Los camiones ya se habían ido de regreso a Nador para cruzar la aduana y estar el lunes en Madrid. Pero a nosotros nos esperaba también un largo viaje de regreso.

Atravesamos el Valle del Ziz, pasamos por la ciudad militar de Errachidia, por Midelt, Zaida y Boulaajoul, donde hicimos una parada para visitar una zona turística llena de monos muy descarados y malolientes a los que no me acerqué mucho porque tenían pinta de estar plagados de pulgas y demás habitantes diminutos que no me quería llevar a casa de recuerdo.

Comimos en Ifrane, la Suiza de Marruecos, una ciudad que contrasta con el resto de Marruecos por sus casas casi alpinas, su nivel de vida, su famosa universidad. Allí visitamos un parque de cascadas un tanto secas en esa época. La verdad es que yo no estaba disfrutando mucho de esta parte del viaje porque para mí había terminado en el momento en que nos fuimos de Merzouga y ya no hacía más que echar de menos a mi niño.

Al atardecer llegamos a Meknes, nuestro destino de ese día. No habían sido demasiados kilómetros, creo que unos 300, pero el viaje fue lento y largo. Meknes es otro mundo, ya nada nos hacía recordar que esa mañana habíamos salido del desierto. Los campos de los alrededores de Meknes son de tierras muy fértiles y hay numerosas plantaciones de viña y cebollas. La ciudad tiene aspecto de ciudad, edificios altos, tráfico intenso, nada que deba describir porque todos conocemos.

Nos alojamos en el Hotel Zaki, a las afueras de la ciudad. Algunos decidieron acercarse al centro en taxi pero la mayoría nos quedamos en el hotel porque se hacía de noche y las noches son peligrosas en algunas ciudades marroquíes.


SÁBADO, 3 DE NOVIEMBRE

Esa mañana no madrugamos demasiado. Salimos a las nueve del hotel y ya por autopistas nos dirigimos hacia Casablanca pasando por Khemisset, Tiflet, Allal al Bahraoui, Rabat, Skhirat, Bouznika, Mohammedia y finalmente la sucia y contaminada Casablanca... Como dato curioso en la autopista voy a mencionar los guardias de tráfico, que paran a los vehículos situándose en medio de la vía sin ningún temor a ser atropellados y provocando a veces grandes sustos a los conductores. Las autopistas están plagadas de radares y los conductores se avisan de ello constantemente, pero se ve que alguno siempre cae. También me hizo gracia, ya en los alrededores de Rabat, los puestos de venta de sandías a las orillas de la autopista, situados en las cajas de viejas pick up. La gente interesada paraba su coche en el arcén y se ponía a elegir sandía con toda la tranquilidad del mundo. Una nota curiosa de nuestros vecinos del sur.

A la hora de comer estábamos ya en el aeropuerto Mohammed V, llegó el momento de la despedida con Ahmed, Khalid y Nasser, sin ellos este viaje no hubiera sido posible, son ellos los que merecen todo mi agradecimiento. Nuestro vuelo salió con una hora de retraso y otra que perdimos por el cambio horario hizo que llegáramos ya de noche a Madrid y bastante tarde a casa. Llegamos cansados, felices de estar en casa de nuevo y de poder abrazar al enano, pero deseando repetir la experiencia por nuestra cuenta, en familia, con la ayuda de Nasser, en unos cuantos años. Volveremos.

Y esto es todo... si habéis conseguido llegar hasta aquí sólo puedo deciros... gracias por leerme.

jueves, 13 de diciembre de 2007

El quad de mamá: Suzuki KingQuad 450 (2007)


Cuando mi marido me introdujo en el mundo del quad fue un poco a trancas y barrancas, la verdad, pero en cuanto me monté un par de veces le cogí pronto el gusto y en mayo, cuando hacía un año que teníamos el King Quad 700, decidimos comprar otro ATV para mí.


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Lo primero que quiero decir es que si teneis pensado compraros un KingQuad 450, aprovechad ahora, os vais a ahorrar 200 euros, hasta finales de año. El KingQuad 450 cuesta normalmente 7200 euros, pero ahora os saldrá por 6999 y regalan la maleta rígida trasera. El precio no incluye la matriculación... o sí, dependiendo de lo peleones que seais con el vendedor. Si quereis completar el equipo de vuestro King podeis conseguir unos separadores para las ruedas por unos 100 euros, una chaqueta con protecciones y un pantalon por unos 300 euros, unas botas por 150-200 euros, unos guantes por 50 euros y un buen casco, indispensable, por precios muy diversos, aunque uno aceptable os saldrá por unos 250-300 euros. Como veis no es una aficción barata... pero se puede ir poco a poco! Con esta oferta ya os he comentado el precio, así que no volveré sobre ello.


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El KingQuad 450 es el hermano menor del KingQuad 700 pero casi podría ser el gemelo porque su diseño es casi exacto, sólo hay pequeños detalles que lo diferencian.La principal diferencia es el foco superior, el situado delante del manillar, que no aparece en el 450. A parte de ese detalle, el ATV es exactamente igual que su hermano mayor, salvo por el motor y por la pegatina lateral, por supuesto.Otra diferencia menos visible es el starter, que tiene el 450 y no aparece en el 700. Se encuentra en el manillar, en el lado izquierdo y sirve para facilitar el arranque.


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Las dimensiones, como ya he comentado, son idénticas a las del 700, a la par y sin verlos de frente no se diferencian.El motor es monocilíndrico igual que en el 700 pero con 454 cm3. El encendido y la transmisión son idénticos al 700, así que os remito a mi opinión por no repetir. Lo mismo referente a los frenos, la suspensión y los neumáticos.


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Como el KingQuad 700, el 450 se comercializa en tres colores, rojo, verde oliva y negro. Es una pena que hayan eliminado el amarillo, que realmente no se ha llegado a comercializar en el 450, porque era uno de los colores más bonitos.La versión camuflaje es bajo pedido y sube un poco el precio, creo que unos 100 euros.


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Si eres novato o si eres más experto, da lo mismo, el KingQuad 450 es una opción perfecta dentro del sector del ATV. No le falta potencia, no se nota la merma de potencia apenas sobre su hermano mayor. En salida incluso parace tener más fuerza que el 700. En velocidad punta se queda unos pocos kilómetros por detrás, pero no es algo que se vaya a necesitar ya que no se suele ir a con el gatillo a tope casi nunca. De todos modos, su velocidad punta es similar a la del Honda Rincon 680, así que a pesar de salir con los "grandes" no hay miedo por quedarse atrás.


En trialeras o zonas más complicadas no hay diferencia, se le nota ágil y robusto y supera con facilidad todos los obstáculos, simpre dependiendo de la habilidad del conductor, por supuesto! Es un duro rival incluso para ATVs de mayor cilindrada y es el "King" dentro de la cilindrada 450-500 cm3.Los problemas de fiabilidad y consumo de aceite no parecen que sufre el 700 no parecen afectar al 450 pero aún no hay demasiadas unidades en uso y puede pasar de todo. Se supone que lo hayan solucionado en Suzuki para no tener que gastarse un dineral en kits de reparación de motor como les ha pasado en el 700.


Una diferencia que he descubierto en los descensos es la reductora, que en el 450 es más corta, o en cristiano... que va más despacito que el 700 si usais el 4*4 más la reductora. Por ello, en los descensos en ocasiones habrá que usar la larga en vez de la reductora. No es ni una ventaja ni un inconveniente ya que en ocasiones viene muy bien y otras veces es mejor no usarla.Lo que sí considero una ventaja es su agilidad para el quadtrial.

El quad de papá: Suzuki King Quad 700 (2006)


Es uno de los ATV más potentes y grandes del mercado, sólo superado por algún Can Am, Polaris, etc.


Al comprar un King Quad hay que tener en cuenta que existen dos versiones, si se pueden llamar así, el oficial y el paralelo. El oficial tiene la homologación que Suzuki ha creado para el mercado español, mientras que el paralelo tiene la homologación de otros países. Realmente el legal es el oficial, pero se puede circular sin mayor problema con uno paralelo, es más, en la página oficial de Suzuki en España aparecen los modelos paralelos en vez de los oficiales, así que... ahí queda eso. Las diferencias son mínimas entre ambos, principalmente estéticas: aletines delanteros y traseros (el oficial tiene y el paralelo no), situación de la placa de matrícula (en el oficial en la aleta trasera izquierda, aunque hay usuarios que la cambian y la colocan en el centro para que no sufra tanto, en el paralelo va en el centro, entre las ruedas), situación de las intermitencias y los conmutadores de luces, y poco más.


Hablando de la estética y los colores, este año se comercializan en negro, verde tierra y rojo fuego (el nuestro es rojo pero un tono diferente que había el año pasado, menos vivo). Otros años se ha comercializado en amarillo, pero en 2007 ya no se comercializa. Dentro de los paralelos hay también la versión camuflaje, pero es más difícil de encontrar.


Dentro de sus características técnicas destacan:


Longitud: ya he dicho que es uno de los más grandes, 2.10 metros de largo por 1.20 de ancho, con un peso de 273 kg, intermedio, ni muy pesado ni muy ligero (cuanto más ligero sea el ATV más manejable y ágil será).


Motor monocilíndrico de 695 cc con inyección electrónica (en principio mejor que carburación, pero ya explicaré por qué "en principio").


La transmisión es automática por variador, es decir, no tiene velocidades, o mejor dicho no hay que meterlas, sólo acelerar y ya cambia él solito. Sí que tiene las reductoras y la marcha atrás.


Destaca la suspensión independiente, que hace más comoda la conducción.


Los frenos son de disco en las ruedas delanteras y de disco sellado en las traseras: esto quiere decir, en las traseras no lleva un disco en cada rueda sino un sólo disco sellado en la transmisión.


Los neumáticos de serie son poco duraderos y tienen muy poco agarre, la conducción y la tracción mejorar mucho si se montan unos neumáticos de mejor calidad, como los Maxis Big Horn. También mejora la conducción y la estabilidad si se incorporan unos separadores de 2 pulgadas entre la llanta y el buje o si se montan unas llantas separadas de aluminio, que hacen la misma función que los separadores y consiguen una distancia entre ejes unos diez centímetros mayor. De este modo la dirección va mucho más suave, algo que agradecemos las chicas! Aquí he tenido que editar porque creo que no me expliqué bien. Cuanto más ancho es el quad más dura va la dirección, pero entre los separadores y las llantas, es mejor la opción llantas porque ahí se nota cierta suavidad en la dirección.


Incorpora un bloqueo diferencia muy útil para situaciones comprometidas en barro, agua, nieve, etc. y en general para cualquier obstáculo ante el cual otros ATV se rinden. El bloqueo diferencial, para los menos expertos en esto del motor, consiste en un sistema que resta fuerza a la rueda que pierde tracción en caso de poca adherencia, si el quad patina, etc. y la envía a la rueda que más tracción tiene en ese mismo momento, con lo cual se consigue una fuerza extra y el motor no desperdicia su potencia en la rueda que no puede ejercer tracción.


Es un quad muy versátil y con un diseño cuidado, incorpora un compartimento estanco para guardar documentación, movil, llaves, etc. un cuadro de mandos digital con indicador de velocidad en Km y milla, indicador de combustible y numerosos pilotos y chivatos que avisan de la tracción delantera, el bloqueo diferencial, la temperatura del agua e incluso mis temidos fallos de inyección.


Ahora os contaré mi experiencia personal con el King Quad 700 y lo compararé un poco con un gran competidor en su mismo sector, el Honda Rincon, en este caso de 680cc.


El King Quad es, para mi gusto, más fácil de conducir, más ágil y manejable, incorpora el bloqueo diferencial y las reductoras, que el Rincon no tiene, así como la transmisión automática, que en el Rincon es semiautomática.


En fiabilidad gana por goleada el Rincon, así que si alguien se asocia conmigo montamos una fábrica y hacemos el quad perfecto, un King Quad con la fiabiliad de un Honda Rincon, a ver... candidatos... Tengo un amiguete que parece que se animaría pero nos falta el capital, jajaja.


Los problemas de fiabilidad del King Quad están relacionados con dos aspectos, uno general y otro más puntual. El problema general y generalizado en muchas unidades del King Quad es el consumo excesivo de aceite. No es tal problema si tienes cuidado y revisas los niveles periódicamente. Además, Suzuki lo ha tenido en cuenta y en garantía te envía un kit de piezas de reparación que parece que ataja casi del todo el problema.


El otro problema, el puntual, afecta a nuestro quad en concreto, aunque alguno más habrá... Tiene que ver con la inyección electrónica, de ahí que antes comentara que era mejor que la carburación, en principio. A nosotros nos ha dado todo tipo de problemas de inyección desde los pocos meses de comprarlo; ya va a hacer un año y ha pasado largas estancias en el taller, pricipalmente por pérdida de potencia y por un petardeo que se produce al acelerar. Se han cambiado filtros, piezas y se han agregado algunos aditivos al motor, y parece que porfin se ha solucionado... parece! Edición a finales del año 2007 (el quad ya tiene año y medio): se han solucionado tanto los consumos de aceite como los problemas de inyección y el quad ahora mismo va... ¡como la seda!


Importante! Está homologado para una sola plaza (a partir de septiembre de 2007 ya se venden en dos plazas y es posible homologar los de una plaza para dos) y es obligatorio el uso de casco, y si además llevas protecciones, guantes, botas y braga de neopreno será lo ideal. Tampoco estará mal echar al bolso unos kit de reparación de pinchazos a base de mechas... si no quieres estar en apuros en medio del monte, unas bridas, cinta americana, etc.


Otra cosa importante, esto ya en general para todos los vehículos cuatriciclos (como se denomina en la ley a los quads), en cada Comunidad Autónoma hay unas normas para la circulación por caminos y pistas, así que para salir a rutear es aconsejable informarse y pedir los correspondientes permisos donde sea necesario.


Y una aclaración general: para conducir un ATV no hace falta ningún carnet especial, vale con el B, hay una ley que lo dice y no está mal llevar encima una copia para cuando te paran y se ponen un poco pesados.


Otro tema, la obligatoriedad de llevar las luces encendidas también durante el día, eso no está tan claro en la ley, así que ante la duda mejor llevarlas.

Marruecos en quad

La semana del 27 de octubre al 3 de noviembre hemos cumplido uno de nuestros sueños como quadtreros, ir al desierto. Este viaje a Marruecos ha supuesto, desde luego, mucho más que eso. Ha sido una experiencia única, imposible de olvidar y que queremos repetir lo antes posible. En breve... la crónica.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

I Quadtrial Villa de Noja

Allá por el mes de agosto nos fuimos hasta Noja a pasar el fin de semana disfrutando de la compañía de los amigos quadreros. En realidad también hicimos una ruta y Raguquito participó en el Primer Quadtrial Villa de Noja, donde quedó tercero... está hecho un campeón!!!






La ruta fue el sábado por la mañana y estuvo repleta de vegetación, agua, barro y, por supuesto, compañerismo. Repusimos fuerzas con unos pinchos en un par de terrazas y después nos fuimos a comer al circuito del quadtrial. Los amigos de Noja, Raúl y compañía, nos ofrecieron una parrillada muy suculenta. Por la tarde comenzó el espectáculo. Cuatro zonas de trial extremo, de lo más técnico que hemos visto hasta ahora. Mucho agua, pozas y roca natural... una enorme rampa, neumáticos, tubos y la espectacular "zona del jamón". Todo bien dispuesto para disfrutar a tope.






Tras la competición, una buena cena y un ratito de fiesta. Después a descansar en casa de nuestro amigo, el "Champi" de Laredo, y vuelta a casa con otro trofeo para la colección. Os dejo unas fotos y en cuanto pueda un vídeo...

domingo, 5 de agosto de 2007

I Quadtrial Quadmanía León

Hace ya un par de meses que estuvimos en el I Quadtrial Quadmanía León. Fue el 13 de mayo. Fuimos casi toda la familia, Raúl, sus hermanos y yo. Faltó Adrián, aún es pequeño para pasar todo un día tan ajetreado.









Nuestra primera toma de contacto fue en la autovía Camino de Santiago, ahí fuimos encontrando a los primeros quadtreros, a los que saludábamos al adelantar y viceversa. Cuando llegamos ya había un ambiente de camaradería que animaba a unirse al grupo. El stand de Goes, la gente de Quadmanía, Alberto-Quebrantahuesos con su altavoz, Bowie con los jueces, etc.




Después de bajar los quads del carro fuimos a saludar a la gente. Como había olvidado la cámara me apropié de la de Bowie, que iba a ser juez y no podía usarla. Las primeras fotos divertidas llegaron con Ziti y Chema encima del pequeño Goes. Y luego vieneron bastantes más...




La prueba comenzó. El primer participante, Claudio Ribeiro, llegó de Portugal y allí se llevó el trofeo al acabar el circuito con la menor puntuación por penalizaciones. En segundo lugar Ziti tuvo que compartir trofeo con Raguquito, que para ser novato en el tema de la competición no lo hizo nada mal. Miguel Martínez quedó tercero. El King se portó como un campeón, tanto nuestro rojito como el amarillo de Ziti, a pesar de la demoledora poza de barro de la primera parte del quadtrial.


Aquí podeis ver toda la prueba de Raguquito: Vídeo